Inmisión, dícese de los hechos que corrompen las relaciones de vecindad pues se basan en el principio que nadie puede hacer en lo suyo aquello que proyecte consecuencias negativas en lo ajeno.
La definición está clara, y es lo que se está produciendo en Plasencia, día tras día, desde hace mucho mucho tiempo sin que se ponga remedio por parte del Sr. Pizarro.
Cáceres, Badajoz, Mérida, Trujillo y más ciudades extremeñas hace mucho que disponen de sus ordenanzas de ruido. Plasencia, a pesar de las innumerables peticiones por parte de los vecinos, sigue sin tenerla. ¿Por qué? Habrá que preguntarle al Sr. Pizarro cuál es el motivo para que no atienda no ya una petición de los vecinos, si no algo aún más importante el derecho que tienen al descanso, regulado en la Constitución Española y en varias leyes tanto nacionales como autonómicas.
Se está vulnerando su derecho al descanso de manera flagrante y con alevosía, porque el alcalde es consciente de ello y a pesar de las constantes peticiones no se actúa y en ocasiones se ningunea a los propios vecinos.
No alcanzamos a comprender qué oscuros motivos hacen que no se atienda esta petición de crear una ordenanza que regule ruidos y vibraciones así como otras inmisiones que se llevan produciendo mucho tiempo.
Se lo hemos pedido en comisión, se lo hemos pedido en pleno y su respuesta siempre es la misma, estamos en ello. Pues en ello llevan meses, lo que indica su falta de eficacia o su falta de interés.
No sólo hay que realizar una ordenanza que regule el ruido, también hay que actuar en materia de seguridad. No se puede permitir que una y otra vez salgamos en las noticias de ámbito nacional por altercados y peleas en las calles. Este hecho lastra la marca Plasencia y crea sensación de inseguridad para aquellos que quisieran visitar nuestra ciudad.
Pero, independientemente de la imagen que se proyecta, lo verdaderamente importante es la sensación de inseguridad que tenemos los placentinos. Peleas en las calles, destrozos del mobiliario urbano, robos en coches, rotura de vehículos, quema de contenedores y todo ello sin la presencia policial adecuada.
Cuando se le pregunta al alcalde sobre este tema, responde que son hechos puntuales realizados por un grupo de personas incívicas. ¡Claro, se trata de incivismo, lógicamente, no son angelitos los que realizan esos actos! No lo dudamos. Pero la policía está para eso, para impedirlo. Ese es el sentido de tener Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado.
Y ese es el problema, tenemos muchas vacantes en la Policía Local: 15 policías menos que en el año 2011, un 15% de policías menos que hace 12 años. Una dotación a todas luces insuficiente para una ciudad como Plasencia.
Ése es parte del legado, de la herencia que dejará Fernando Pizarro: el desmantelamiento de todos los departamentos del Ayuntamiento. Y ese desmantelamiento va en detrimento de los servicios que se prestan a los ciudadanos. En el caso que nos ocupa estamos hablando de nuestra seguridad.
¿Quién manda en la Policía Local? ¿Para qué tenemos un concejal de Interior? ¿Qué pasa con el coche de la policía utilizado en Portugal? ¿Por qué no se quiere averiguar quién utilizó ese coche? ¿Qué quieren esconder? Muchas preguntas sin respuesta.
Y mientras tanto nos dedicamos a dar premios y dedicar calles, como única gestión.
De progreso, ni hablamos.
Tiene toda la razón y a la que el Alcalde-sacristán de Plasencia no da contestación alguna. Silencio y silencio. El que calla otorga, dice el refrán castellano. Efectivamente, la Comisaria del CNP en Plasencia aún al 100% de su plantilla no puede atender las muchas necesidades de seguridad que tiene esta Ciudad. ¿Qué ha hecho al respecto el Alcalde en sus 12 años de gobierno? Nada. Pero si a su propio Cuerpo de seguridad ha sido incapaz de mantenerlo al 100%. Tiene un déficit de 15 agentes y que con sus 72, es insuficiente mantener los múltiples servicios de este Cuerpo municipal. Todo un despropósito para la tranquilidad de los vecinos y que además tiene que pagar los destrozos. Aún estaba sin pintar la fachada de un vecino de C/ María que también le quemaron los contenedores junto a su fachada y eso que la Asociación Vecinal había solicitado su cambio.
Como no le han dejado irse con la musica a otra parte, está dispuesto a que seamos los placentinos los que sigamos escuchando sus desagradables chirridos.
Más no por favor, pongamos los medios para ello.