Para los dolores del cuerpo nos amparan la quimioterapia, la radioterapia y la farmacología, pero para los del alma… ¡Ay!, para los del alma…
Veinticinco años de vida de la Asociación Oncológica Extremeña (AOEx). De ¡VIDA!, en mayúsculas, pues ese y no otro es su principal si no único objetivo. La razón les asiste en esta andadura de cinco lustros de lucha pacífica y tenaz, con el máximo empeño y sin opción a rendirse, persistiendo hasta el infinito.
Celebramos el feliz aniversario de la mayor asociación española contra este grupo de enfermedades. Un cuarto de siglo desde que allá por mil novecientos noventa y ocho, en las postrimerías del pasado siglo XX, trece extremeños exclamaron: ¡no!, a la resignación.
De nuevo, trece rosas luchadoras y rebeldes, trece valientes que no cedieron ante lo que parecía inevitable.
Enfermos y familiares que junto al personal sanitario adoptaron la decisión de plantar cara al maldito destino y luchar desde todos los frentes.
Magnífica acogida entonces y ayuda necesaria de quien en la actualidad es nuestro Presidente, hoy recuerda emocionado aquellos momentos cruciales cuando de noche telefoneó para comunicar que por fin se consiguió contratar al primer oncólogo pediátrico.
Solo un derroche de empatía puede ayudar a comprender la necesidad de asistencia y acompañamiento en el terreno de la salud mental. Los que hemos tenido la desgracia de lidiar con esta terrible enfermedad sabemos la definición de resiliencia: capacidad de adaptación de un ser vivo a un agente perturbador, un estado o situación adversos.
Duro desafío físico, psíquico y social, que afecta al ámbito familiar tanto o más que al héroe que tan a menudo se forja en estas ocasiones. Por ello nos parece acertada la mención y compartimos lo emotivo de sus palabras.
Seiscientos extremeños asociados en la actualidad y todavía se nos antojan pocos. Seiscientos valientes contemporáneos que se tiñen de rosa en cada ocasión y claman a quien les quiera escuchar que toda ayuda, inversión e investigación es poca.
Treinta y seis profesionales sanitarios, doctores del cuerpo y el alma a partes iguales. Treinta y seis ángeles del cielo, con su tenue armadura blanca, inmersos en esta desigual batalla a medio ganar. Mucho ánimo a todos, muchas gracias desde lo más profundo del alma por vuestra labor.