Andaba indagando en internet sobre Emile Durkham, uno de los “inventores” de la sociología, cuando me acordé de que hace tiempo que no escribo sobre temas de actualidad.
La actualidad (de toda la vida) es muy triste y siempre ha rozado el patetismo. No hace falta decir que nunca nos han hablado (¿quienes?) de lo que nos interesa, sino de lo que les interesa a ellos. Y a saber quienes son “ellos”.
Todo se podría resumir en la frase del escritor G.K.Chesterton que dice: El periodismo consiste en buena medida en decir: «Ha muerto el señor Jones» a gente que no sabía que existiera un tal señor Jones.”
Después de este preámbulo he buscado lo más actual: Tamara Falcó, Froilán, príncipe Harry, Isabel Presley, Mario Vargas Llosa (pero no por lo que escribe). No me interesa mucho: Qué tiempos aquellos en los que Medina y Luceño eran famosísimos.
Como no vivo en Sildavia donde el tiempo pasa tan despacio, se me ocurrió -en busca de actualidad- mirar en el periódico deportivo Marca (si Terenci Moix levantara la cabeza…) que es lo más de lo más. Encontré cinco noticias sobre Shakira. Cinco.
El siguiente paso fue ir a Facebook (mi red social favorita) para confirmar mis sospechas: todo el mundo habla y escribe de Shakira
Reconozco que me hago un lío entre todas estas cantantes tan iguales físicamente (Shakira, Thalía, Jennifer López, Paulina Rubio) o a mí me lo parece.
Un día leí, hace años, que unas cuantas de ellas vivían en Miami. En unas mansiones a las que solo se podía entrar y salir en yate (me parece que Ricky Martin, Alejandro Sanz y Enrique Iglesias también eran vecinos de ellas).
Como esto de entrar y salir de casa en yate no tiene nada que ver con mi vida (ni con la que quiero, ni con la que tengo, ni debo, ni prefiero, ni añoro, ni necesito) enseguida me dije que esas no son vidas sino puro marketing.
Cosas del dinero. Del mucho dinero. No es lo que aspiro, no tengo tiempo para esas cosas.
Vuelvo a Shakira. Al poner el nombre de la cantante colombiana (por cierto, su primer apellido es Mebarak que es de origen árabe libanés y el segundo, Ripoll, procede de Girona) (las cosas de internet) en Google, el buscador me dice que hay 510 millones de resultados. Es decir, en 510 millones de sitios hablan de Shakira. Qué cosas. Mejor no busco el mío en Google.
Lo importante. Estaba casada con Piqué un ex futbolista del Barsa. Antes lo estuvo con un hijo del ex presidente de Argentina Fernando de la Rúa no sé si a este también le hacía, perdón, le cantaba y bailaba el Waka Waka.
Piqué es mucho más joven que ella. Estoy sembrao, hoy no me supera ni el Hola.
Y hay más. Ahora que me acuerdo, además de del “Waka Waka”, de un video clip donde Shakira se arrastraba llena de barro por una mesa y también cantaba con su vecino Alejandro Sanz (“La tortura” se llama la canción).
La canción de Shakira (de desamor) la ponen en miles se sitios a la vez (televisión, radio, Youtube…). Hasta en el telediario de TVE 1 -en serio, es decir «con nuestro dinero»-, salieron ayer hablando de esa canción. Melodía que escucharemos hasta que se convierta en una obsesión. Es dinero.
En algún lado leí que hay melodías que se te incrustan en el cerebro y que es imposible sacarlas (ay Macarena, tengo la camisa negra, pajaritos por aquí, mami qué será lo que tiene el negro, la barbacoa, el chiringuito, que la detengan, gavilán o paloma, la mismo Waka Waka…)
Para ello te las tienen que repetir a todas horas. Es como una tortura. En algunos sitios las llaman “canciones del verano”. Da igual lo que digan las letras, lo que “gusta” es el sonido, los acordes, el ritmo, la melodía, el estribillo.
Luego Shakira (en el futuro habrá niñas que se llamen así, o Chenoa o Edurne, Ariana Grande, Dua Lupa y así) lo mismo es una persona normal. De uno cincuenta y tantos de altura, más cerca de los cincuenta años que de los cuarenta (que vaya pensando en la menopausia…), con sus problemas con Hacienda o no. Y más. Pero con yate.
Leo que Shakira es feminista (¿en serio? ¿Qué será el feminismo?) y que es mala persona (no sé si las 24 horas del día) y más cosas, pero, en esto consiste la sociedad actual: que hablen de mí aunque sea mal.
Y sobre todo como en este caso que cuánto más se hable de ella y más se escuche la canción (es pegadiza, lo prometo), más dinero sacarán (de) ella a cambio. Y ya.
A saber qué pensaría Durkham de estas cosas.