Yo también me tapé la nariz muchas veces para votarle. Incluso cuando no tenía claro si era el Señor X. Luego, he sentido mucha vergüenza ajena. Ese asco que vomita cada vez que habla en contra de su partido, es el mismo asco que me produce cuando oigo sus análisis de jarrón chino apoltronado en la atalaya de un consejo de administración. Más que análisis son resentimientos de viejo cascarrabias destronado, anquilosado en una estatua de sal.
Dice Maruja Torres que “el asco es una forma de patriotismo laico”. Por eso me gusta la gente intolerante contra los mafiosos, los corruptos, los totalitarios y hasta con los equidistantes. La lista en España es muy larga y sufrida; padres de la patria, familias, políticos y hasta los que por razón de nacimiento son “inviolables”. ¡Me dan asco!
Cuando Don Miguel de Unamuno, con la Dictadura de Primo de Rivera, fue destituido como vicerrector de la Universidad de Salamanca, escribía aquel: “Me ahogo en este cabañal y me duele España”, hablaba del fracaso de un proyecto en común de nuestro país. No era una frase retórica para ser utilizada por políticos trumpistas.
Un proyecto colectivo no se puede forjar desde la uniformidad mesetaria. Por eso, me da asco cuando políticos con anteojeras dicen que les duele su España. Si algo ha quedado demostrado tras el 23-J, es que no puede haber España desde la Calle Génova o desde Waterloo. Ambas representan el cortoplacismo de lo propio, de los privilegios y de la exclusión. Aunque sin duda, si queremos una España unida, deberá ser también con ellos, o no será. Hacer una España más unida a pesar de ellos. Asumo la utopía.
Me da asco escuchar cómo se inaugura el año judicial, bloqueado por los apocalípticos sobre una inminente ruptura de España, de la misma manera que me da asco la invocación torticera a la inconstitucionalidad de la amnistía, como insoportable me resultó ver cómo nos colaron por la gatera una jefatura de estado cuando yo creía en una República, o cómo se amnistió a torturadores y criminales de guerra. El mismo asco que cuando veo desparecer una lápida con versos de Miguel Hernández y sustituirla por el nombre de algún golpista. Asco cuando se ningunea el nombre de Almudena Grandes para una biblioteca o una estación de tren, cuando se usa el nombre de Miguel Angel Blanco en vano o el nombre de Txapote, como calibre arrojadizo.
Asco de oir en el Parlamento español, al ministro de Educación, José Wert, que hay que españolizar a los alumnos en Cataluña. Sí, el mismo asco que me dió Pujol cuando invocaba la agresión de España hacia el pueblo catalán con el caso de Banca Catalana o cuando el ministro Montoro, mientras su gobierno recortaba salarios, derechos, servicios públicos y sociales, él amnistiaba a más de treinta mil defraudadores en España.
Sentí mucho asco al escuchar a Artur Mas en el 2012, ser el primero en llamar a los recortes austericidas ante la crisis y cuando fue rodeado el Parlament Catalán, acudir en helicóptero, pidiendo mano dura y leyes penales contra el 15-M, mientras se hacía independentista. Artur Mas, el mismo que apoyó la Reforma Laboral de Rajoy.
Ahora, tras el asco que me dió ver durante toda la crisis del Covid, cómo se oponía una oposición a arrimar el hombro, me pregunto por qué estos jarrones chinos no levantaron la voz ante tanta ignomínia. España, está entre la espada y la pared, entre los hunos y los otros, como le gustaba decir a Unamuno. Nunca más una declaración unilateral de independencia en ningún territorio de España. Nunca más un 1 de octubre de Piolines con cargas policiales. La negociación, debe ser siempre un tiempo de dialogo para acordar entre diferentes; es la única alternativa existente. O por el contrario, las plañideras subvencionadas y los hipócritas, que se rasgan las vestiduras, nos ofrezcan la fórmula mágica.
Absolutamente de acuerdo,añadiría que todavía tenemos pendiente de realizar la verdadera transición, estoy convencido que cada vez más se dan las condiciones.
Tienes razón. La democracia necesita una segunda transición. El problema es que la derecha extrema no sale de sus orígenes. Salud y gracias.
Tengo que reconocer que tu crónica, amigo Miguel Coque, la podría hacer mía tranquilamente. En esta ocasión, la suscribo sin dejarme ningún pelo en la gatera. Siento el mismo asco que tú y me duele esta España en el sentido unamuniano y -¿por qué no?-, también, joseantoniano, aunque aquella revolución, por la que luchamos desde una óptica de izquierdas, quedara enterrada al ponerne mohoso su estilo épico y poético y por falta de una aventadora que separara el trigo de la farfolla ¡Salú y Repúbrica!
Gracias, amigo Felix. Salud y República.
¡AMÉN y copio!
Gracias. Guillermo.
Totalmente de acuerdo con tu artículo, no te falta ni úna coma. Hasta que no desaparezcan «esos traidores» seguiremos sin levantar cabeza. ¡Lamentable!
Gracias, Rosario. Salud.