El erudito, escritor y filósofo Denis Diderot (1713-1784), dijo: “Cuento con pocos lectores. Si mis escritos no gustan a nadie es porque son malos pero si le gustaran a todo el mundo serían peores”.
Hay una frase de Madame de Maintenon (1635-1719) que dice: “Después de aquellos que ocupan los primeros puestos, no conozco a nadie tan desgraciado como quien los envidia”.
Yo de pequeño, en mi inocencia, pensaba que tenía que caerle bien a todo el mundo o, mejor dicho, que le caía bien a todo el mundo, que no es lo mismo.
Aún no tenía conocimiento ni de la envidia ni de la hipocresía, esas dos ponzoñosas pasiones que definen lo peor del ser humano español (sin generalizar).
Es tan raro, inconsistente y poco equilibrado el género humano español (sin generalizar) que resumo esa condición en un caso concreto:
A veces he estado con alguien que ponía verde a un (supuesto) amigo diciendo que es un trepa, que ha ganado mucho dinero por la cara, que si tiene el cargo que tiene es porque se ha vendido al mejor postor, que robó lo que ni se sabe.
Si veía que ese (supuesto) amigo se acercaba o había cerca alguien que lo conocía inmediatamente se iba al otro extremo:
“Qué buena persona es, cada vez que puede me ayuda, gracias a sus méritos e inteligencia ha llegado dónde ha llegado…”.
¿Cuál es la más real de las dos opciones? Está claro que la primera, aunque siempre decimos que en la vida no solo hay blancos y negros, sino también muchos matices y gamas del gris. En este caso la balanza se desequilibra hacia el lado más dañino.
Somos así, por eso añado -porque lo sé- que a todo el mundo le gusta lo que escribo.
Si hacemos caso a Diderot: “Cuento con pocos lectores. Si mis escritos no gustan a nadie es porque son malos pero si le gustaran a todo el mundo serían peores”- me viene peor que mal.
Es lo que tiene caer bien y, siguiendo a Maintenon: “Después de aquellos que ocupan los primeros puestos, no conozco a nadie tan desgraciado como quien los envidia”- , es lo peor para los que me envidian. Con motivos suficientes y justificados. Eso sí.
Fin.