A Daniel Kahneman (psicólogo israel-estadounidense) le dieron el Nobel de Economía en 2002. A Angus Stewart Deaton (economista británico escocés de microeconomía, nacionalizado y residente en Estados Unidos) en 2015.
Hace poco más de un mes salió en todos los medios de (in)comunicación (que inundaron mis pantallas) de golpe y porrazo y sin avisar que estos dos premios Nobel, Kahneman y Deaton, han dicho que “para ser felices tendríamos que ganar cien mil euros al año, menos no, pero más, tampoco”.
No hace falta decir que en esta sociedad (la que yo abarco, que no es mucho) nadie se cuestiona nunca nada. Es lo que tiene ir tan deprisa -nunca tenemos tiempo para nada-: nos saltamos los matices de la vida.
Cuando nos machacan con una noticia que me resulta un tanto abstracta, absurda, inconcreta y yo diría que hasta insultante como esta de que para ser feliz con cien mil euros al año tendríamos de sobra, a veces me pongo a indagar. Eso hice.
El 7 de septiembre de 2010 (hace doce años), Khaneman y Deaton enviaron un artículo de investigación sobre “Ciencias psicológicas y cognitivas». Lo titularon “Los altos ingresos mejoran la evaluación de la vida pero no el bienestar emocional”.
El artículo es interesantísimo (para mí). Los autores vienen a decir (resumo mucho) que “El bienestar emocional se refiere a la calidad emocional de la experiencia cotidiana de un individuo: la frecuencia e intensidad de las experiencias de alegría, estrés, tristeza, ira y afecto que hacen que la vida sea placentera o desagradable.”
Entre 2008 y 2009 hicieron una encuesta a más de cuatrocientas cincuenta mil estadounidenses (no sé si los EEUU de 2008 son igual que la España de 2022) y encontraron que: “Los ingresos y la educación están más estrechamente relacionados con la evaluación de la vida, pero la salud, el cuidado, la soledad y el tabaquismo son predictores relativamente más fuertes de las emociones diarias”.
Y que: “…no hay más progreso más allá de un ingreso anual de setenta y cinco mi dólares (unos setenta y dos mil euros, que no cien mil).
«Los bajos ingresos exacerban el dolor emocional asociado con desgracias como el divorcio, la mala salud y la soledad y los altos ingresos compran la satisfacción con la vida pero no la felicidad” porque añaden, a partir de esa cifra, empieza la competitividad y la envidia, con los que ganan más que tú. Yo tengo un yate, pero mi vecino tiene un yate más grande. Y yo quiero otro mayor aún.
El artículo es mucho más largo y enjundioso y lo que nos ha llegado a nosotros de él demuestra una vez más, que hay alguien que piensa por nosotros, pero yo venía aquí a explicar por qué Pablo Motos, un presentador de un programa de televisión no es feliz.
Basándome en el estudio de Kahneman y Deaton (dos premios Nobel que lo ganaron por separado y autores de un buen puñado de libros y artículos) y en una página de internet que acabo de leer, Pablo Motos es un tipo infeliz: gana veinticinco mil euros por programa, más de cuatro millones de euros al año. Compara lo que ganas tú con lo de este señor (ojo, lo digo sin haber visto su declaración de la Renta, solo basándome en lo que dicen en internet que a lo mejor gana tres o siete o cuatro y gasta quince, yo qué sé).
Posdata: Y no es lo mismo ganar cien mil euros si vives en Cheles (Badajoz) o El Carrascalejo (municipio de 67 habitantes, también de Badajoz) que en Hong Kong, Zúrich o Ginebra que son las tres ciudades del mundo más caras para vivir (en donde, por ejemplo, alquilar un apartamento en el centro cuesta unos dos mil euros al mes).
No hay más preguntas, señoría (y eso que no he hecho ni una).
Fin.
Excelente artículo
Gracias. Un saludo.