El viernes pasado, unas personas mayores -mayores que yo siete u ocho años- en un ejercicio de nostalgia se pusieron a hablar de cosas extrañísimas. Lo que captó mi atención fue escuchar Calcio 20. Todas conocían el Calcio 20. Y no sé, pero le dices ahora a un niño qué es el calcio y te contesta que la liga de fútbol italiana.
También hablaron de comida, bebidas y productos de su infancia, años cincuenta y sesenta del siglo pasado. Comían pan con aceite, sandías “salás” (saladas) algo que yo nunca había escuchado hasta entonces, aceite de ricino, hígado de bacalao, sesada de cordero, huevos batidos con azúcar y vino, huevos pasados por agua o “pringás” que no es otra cosa que tostadas de pan frito con, otra aceite y otra vez, azúcar y vino.
Luego hablaron del vino quina Santa Catalina, un vino dulce que daban los niños y niñas de su época -años sesenta y setenta del siglo pasado- y que servía como reconstituyente. Más que quitar el hambre daba energía y fuerzas si te veían flojo y apático: si hacías poco ruido es que estabas malo, ya se sabe.
Luego salió a colación el Pelargón, que era la leche infantil que les daban a los niños en aquellos años del siglo pasado.
Lo que estoy contando ocurrió el viernes con ciertos amigos. Al día siguiente, sábado por la noche, en otra conversación con amigos diferentes y más jóvenes que yo cinco o seis años, volvió a salir el Calcio 20.
Y hablaron del Linimento Sloan el del bigote, de las pastillas efervescentes con sabor a naranja llamadas Redoxón y de otros productos “sesenteros”.
Parece ser que la tertulia empezó cuando una de las amigas sacó de su bolso el libro “Yo fui a EGB”.
En cuánto llegué a casa encendí el ordenador y puse en el buscador Google “Calcio 20”. Con la imagen de un bote de ese producto pude leer: “Dispersión molecular de ascorbato de calcio. 20-60 veces más activo que las demás sales de calcio”. A saber qué era eso.
¿Fue casualidad que dos grupos de personas que no tienen nada que ver entre sí y de diferentes generaciones hablaran del mismo tema, el Calcio 20, sin que viniera a cuento?
No tengo ni idea, será que de pequeño me dieron pocas pringás, ninguna sandía “salá” (¿o dijeron sardinas salás?), pero eso sí, mucho vino quina Santa Catalina y poco Calcio 20 del que decían que estaba muy rico porque sabía a naranja.
Fin.