Hace cuarenta años, el veinticinco de octubre de mil novecientos ochenta y tres, un grupo selecto de trescientos veinticinco jóvenes de apenas dieciocho años emprendimos la mayor aventura de nuestras vidas.
Alojados en los remodelados pabellones, cedidos por la Universidad Laboral de Cáceres, iniciamos el primer curso de aquella Primera Promoción de estudiantes de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Extremadura.
Hace apenas cuarenta días, llegaba a nuestros teléfonos móviles la grata convocatoria para conmemorar aquella efeméride con el objetivo de reunir, en las actuales instalaciones del Campus Universitario cacereño, a los arriesgados pioneros de aquél acontecimiento notable.
Uno de nosotros no podrá asistir, aun cuando sin duda estará muy presente y será homenajeado como se merece, Antonio acaba de llamar a las puertas del Cielo y lo primero que ha preguntado a San Pedro es dónde se encuentra Álvaro Gala López.
El de Fuente de Cantos, veterano ya en el Paraíso, pues hace tiempo fue de avanzadilla, ya le esperaba entre nubes, sonriendo como siempre, dejando entrever su característico espacio interdental entre los incisivos superiores destacando en su cara alegre, coronada por su pelo negro rizado, y como buen hijo de tratante, simpático y bonachón, lo recibe con un fuerte abrazo.
Le indica el camino hacia el club de los veterinarios muertos, los elegidos para una misión tan crucial y tan primitiva como es la salud humana gracias a la defensa de la higiene animal. “Higia pecoris, salus populi”, la higiene del ganado, la salud del pueblo, lema de la profesión veterinaria.
Poco más de tres centenares de estudiantes de Ciencias entre los más numerosos de Letras. Exigua compañía militar de aspirantes a veterinarios, armados de fonendos o jeringas y que, uniformados en ese primer año con sus inmaculadas batas blancas, se bastaron para revolucionar la Plaza Mayor y “La Madrila” cacereña en los años ochenta del siglo XX.
Profesionales que, imbuidos años después en sus pijamas verdes, han ayudado de manera notable al desarrollo de nuestra región. Medicina y Cirugía, Bromatología o Producción Animal, la trilogía del espíritu veterinario, herramientas necesarias e imprescindibles para el mantenimiento y desarrollo de la salud en su más amplia acepción.
Aquel día de otoño, recorrimos por vez primera el camino que llevaba desde la medieval parte antigua hasta las traseras de “La Laboral”, nos unimos poco a poco, como arroyos o afluentes que confluyen, tímidos y alegres, llevados por una inercia inexplicable y casi mágica.
El examen de Anatomía y Embriología Veterinaria fue el temprano recibimiento, apenas aterrizábamos y el llerenense profesor, descabalgando de su enorme moto, tuvo la genial idea de testarnos y seleccionar a los que seríamos a partir de ese día los responsables de impartir las prácticas a nuestros compañeros.
A mi lado, igualmente mareado por el formol, en la mesa de necropsias vecina, un mangurrino de Valdefuentes, destacaba por su humildad y buen hacer a la hora de impartir lo anteriormente aprendido, tal era su brillantez que inmediatamente, el todavía doctor Robina, lo fichó como alumno interno.
Uno de nosotros, Antonio Franco Rubio, valdefuenteño, de cincuenta y ocho años de edad como la mayoría de los alumnos de nuestra promoción, llegó a ser vicerrector y catedrático de Anatomía y Embriología Veterinaria de la Facultad de Veterinaria de Cáceres de la Universidad de Extremadura y director general de la Fundación Caja Extremadura.
Por ello hoy los veterinarios lloramos su pérdida, muchos más: familiares, paisanos y compañeros, le acompañaremos este sábado día dieciséis en su funeral que tendrá lugar en la iglesia de Bienvenida, en su pueblo natal de Valdefuentes, a las siete de la tarde.
Descanse en paz y en compañía de nuestros colegas que le precedieron. Seguro que, con sus dotes organizativas, contando con la ayuda y experiencia de nuestro primer decano, Ignacio Navarrete López-Cózar, esta vez sí podrá organizarse “La Racaná” que nunca tuvimos y, sin que se enteren los “políticamente correctos”, allí nos veremos.