No es la amnistía. O gobierna el PP o en España no habrá tregua. Es la dialéctica histórica que venimos soportando desde hace siglos; o gobiernan los “propietarios” o nos aguantamos los súbditos. No es la Ley de Amnistía, que tendrá que pasar por filtros de nuestro Estado y hasta del propio Tribunal de Justicia de la Unión Europea, llegado el caso. No es la amnistía, es tan solo que Pedro Sánchez, haciendo de la necesidad virtud, legítimamente, les hurta de gobernar en lo que ellos entienden su finca particular. Sin ningún complejo, los vocales caducados y desprestigiados del CGPJ, han perdido una oportunidad de no recordarnos que su no renovación, desde hace más de cinco años, a parte de ser la expresión degradada de una de las instituciones más vitales de un país, produce un olor putrefacto a un “lawfare” partidista; donde la ley es utilizada como un perverso medio para acabar con cualquier política disidente.
No es la amnistía, porque esto viene de lejos. Valió la mentira de Aznar con su: “Los que idearon el 11-M no están ni en desiertos remotos ni en montañas lejanas”, como valió la degradante moral del Gobierno Rajoy en el caso de la denominada “Operación Cataluña”, creando recursos parapoliciales con fondos reservados, para desacreditar a personajes y políticos relacionados con el soberanismo catalán. De haber sido imputados por esta causa, M.Rajoy, Cospedal y otros, seguro que una amnistía generalizada hubiese contado con el apoyo del PP. Sí, antes del 1 de octubre de 2017, pasaron muchas cosas que degradaron la democracia española y amplificaron el conflicto en Cataluña.
El PP quiso hacer saltar la banca con su “España o Sánchez” y el 23 de julio los españoles hablamos y determinamos que no queríamos la España de Feijóo, quedando colgado de la brocha, balanceándose en el aire. Más que arrumacos territoriales con VOX, intentos tímidos de piquitos con el nacionalismo periférico, el PP se estaba haciendo repetidos autorretratos en las comunidades, pactando con la extrema derecha. Intentaba inútilmente sorber y soplar, en el objetivo imposible de investidura de Feijóo. Todo fue espera, aburrimiento, teatrillo del malo… Todos sabíamos que le faltaban cuatro votos para lograr la Presidencia de Gobierno y tras un mes largo de oír la cantinela de ser el partido más votado, el artículo 99 de la Constitución no le daba para más. Si no tenía los votos, había que crear el señuelo de que tenía la calle y van a por ella, como cada vez que no gobiernan. La aritmética parlamentaria de la Cámara ha contestado a Feijóo que los 350 diputados y diputadas no es como un espejito mágico, siendo capaz de hacerle Presidente.
Y entonces llegó el oráculo de la derecha extrema y mandó actuar: “El que pueda hablar, que hable, el que pueda hacer, que haga, el que pueda aportar, que aporte, el que se pueda mover, que se mueva”. El que pueda imputar, que impute, el que pueda incendiar, que incendie… Todo un llamamiento subliminal, dirigido por tierra, mar y aire al común de los mortales. Y las ciudades se poblaron de banderas con aguiluchos, vandalizando sedes del PSOE, cortando calles por la excelsa Reina de las Ranas, gritando frases incentivadas por Aznar, explicitando que se hace como expresión sana y popular respondiendo a la libertad de expresión para arremeter contra la Constitución, los putos rojos, los moros, los policías maricones o contra Felpudo VI. Todo un alarde de esa España rancia, miope e involutiva que quiere gobernar contra más de la mitad de España.
Si el PP ha optado por realizar la oposición en la calle, intuyo que le pasará como cuando hizo su oposición contra la Constitución, cuando era Alianza Popular, su oposición contra el divorcio, contra el aborto, la homosexualidad, la eutanasia…, terminará chupando rueda a toro pasado. Más pronto que tarde, de haber investidura, veremos al PP realizar pactos con Junts, hablando catalán por los codos.
De cualquier forma, siendo la amnistía la opción menos mala, le tocará decidir al Congreso y finalmente a los Tribunales. La Democracia es un sistema imperfecto pero nuestra responsabilidad es fortalecerla, mediante el respeto a la mayoría parlamentaria, porque eso es la Constitución.
Miguel, todo lo que dices es super acertado. Me encanta como hablas de esos jueces rancios y que esto no va de amnistía, que si tuvieran un poquito de memoria se darían cuenta de que ellos ya lo hicieron. Y sobre todo me gusta la frase «Todo un alarde de esa España rancia, miope e involutiva que quiere gobernar contra más de la mitad de España». Esto lo dice todo
Gracias, Salobrar. Un abrazo
Totalmente de acuerdo, para la derecha, España, es su finca, todo lo que no sean gobiernos del PP son ilegítimos, traidores, “rompepatrias”
Vivo en Argüelles y me acerqué a echar un vistazo: demasiados botellines de cerveza por los bares cercanos, señoras de edad gritando insultos, jóvenes pijos “putodefendiendo “ … un rato de diversión sin más, jugando a héroes
Rompiendo, España, Mari Luz. Un abrazo
Qué claridad de ideas. Ojalá te escuchara mucha gente. Lo comparto.
Gracias, Antonio. Salud.
Acertada reflexión, amigo Coque.
Gracias, Moriche. Salud
Si Miguel, yo también estoy de acuerdo y comparto.
Gracias, Isabel. Salud
Comparto. Gracias por la reflexión y la redacción
Muchas gracias, Pepito. Salud
Estoy en contra de los nacionalismos rancios, burgueses y liberales, pero me considero internacionalista y lucho por una España Confederal. Me congratulan tus líneas, amigo Miguel Coque. Sobre todo porque me asquea el cinismo, la hipocresía y el doble rasero de la derecha extrema y la extrema derecha, que para el caso son lo mismo, que, desgraciadamente, arrastra tras ella a muchos indocumentados e ignorantes (la ignorancia siempre fue muy atrevida), abducidos por consignas alcanforadas de tufos franco-fascistas. Los «probis jartus de sopa» siguen abundando por la España Vaciada y Martirizada, y aquí pescan sobradamente las huestes derechoides. No permitamos, pues, que, en río revuelto, haya ganancias para los pescatas que flamean banderas rojigualdas, con aguilucho o sin él y rugen lanzando consignas sectarias homófobas, xenófobas, patrioteras y del tiempo de don Pelayo.., porque España, una vez más, no podrá ser su cortijo.
Como casi siempre, amigo Felix: ¡Amen!
Me llevo lo de los pobres hartos de sopas. Gracias.