En la revista Jot Down de septiembre de 2015 especial Reino Unido, el escritor y periodista John Carlin en su artículo “Españoles vs Británicos” cuenta que es de padre británico y de madre española, que vivió quince años en España y otros quince en Inglaterra por lo que me fio de su criterio al comparar las virtudes, los vicios y las vanidades de ambos países.
De toda la vida, en mi afán de mejora, me ha interesado saber qué se dice de los españoles fuera de España.
Carlin en su artículo primero habla de que los ingleses se consideran una gente aparte (¿preguntamos a los argentinos, por ejemplo?): “Por su historia imperial, por sus victoria en dos guerras mundiales, por sus inventos durante la Revolución industrial y después (la máquina de coser, los termos, el teléfono -A.G. Bell era escocés-, los ordenadores, los interruptores de la luz, máquinas de vapor, el fútbol, el rugby, el tenis, el cricket, el golf, el hockey sobre césped, el tenis de mesa…), por haber ejecutado a su rey 150 años antes que los franceses y haber instalado la democracia parlamentaria más antigua del mundo…”, aunque, añade Carlin, en el fondo, muchos británicos quisieran ser más como los españoles.
No en vano dice (en 2015) que unos setecientos cincuenta mil de ellos se han mudado permanentemente a España, para vivir y no en busca de trabajo, precisamente.
Siempre se ha dicho que la característica principal de los españoles es la envidia, pero dice Carlin (y me lo creo) que los únicos que dicen que los españoles somos envidiosos, somos los mismos españoles, porque la envidia es propia de la condición humana universal.
Es más, los británicos (sin generalizar, no hace falta decirlo) tienen una gran envidia a los españoles: somos, dicen (dice Carlin) “Más cálidos, menos estirados, más alegres (sin alcohol), menos apegados a la tiranía de los horarios que ellos, vivimos más el momento, no sentimos culpa a la hora de echarnos la siesta, disfrutamos con más sosiego de una larga comida, con más espontaneidad de una fiesta, tratamos con más afectuosidad naturalidad a los niño y a los ancianos”. En resumen, remata Carlin, sabemos vivir mejor que ellos.
Me ha gustado leer esto. Me confirma que el eterno (y tópico) complejo de histórica inferioridad de los españoles frente a lo que viene de fuera (aunque parezca contradictorio por según quién venga de fuera) es digno de estudio.
Pero John Carlin también saca a relucir su parte británica y aparte de los típicos clichés (gritamos siempre, somos vagos, rompemos cosas, vemos películas dobladas, escuchamos flamenco) habla de algo que le sorprendió negativamente de la idiosincrasia española. Y lo cuenta con un ejemplo. En 2012 conoció en Londres a un joven cordobés, camarero de un restaurante inglés. Como era muy bueno en su trabajo, al cabo del año lo habían nombrado gerente del restaurante. Pasados varios años fue ascendiendo hasta convertirse en gerente de la cadena de esos restaurantes. Cuando Carlin le preguntó si tenía pensado volver a España, el cordobés le dijo que aunque echaba de menos el sol, si él hubiera entrado a trabajar de camarero en un restaurante español, por muy bueno que fuera en su trabajo, cinco o seis años después, seguiría siendo camarero…excepto si “hubiera tenido un tío que conocía al dueño…”.
A la conclusión a la que llega Carlin (o llegaba en 2015) es que es muy probable que el que trabaje bien en Inglaterra se le compense bien (siempre, insisto, sin generalizar, supongo), pero que en España “el mérito en el trabajo no tiene su justa recompensa”, por lo que llega un momento en el que los españoles en el trabajo se dicen: “Voy a dejar de dar lo mejor de mí mismo porque…total ¿pa qué si no tengo un primo, un cuñado o un tío que me avalen?”
El artículo de John Carlin en el Jot Down número 12 de septiembre de 2015 da mucho más de sí (interesante lo que dice de los españoles cuando votan) pero lo dejo para otra ocasión, en mi afán, ya digo, de conocer la idiosincrasia de las gentes que pueblan -de nacimiento- el país en el que vivo. en el Jot Down número 12 de septiembre de 2015 da mucho más de sí (interesante lo que dice de los españoles cuando votan) pero lo dejo para otra ocasión, en mi afán, ya digo, de conocer la idiosincrasia de las gentes que pueblan -de nacimiento- el país en el que vivo.