Esta novela la leí hace trece años y aún la recuerdo como una gran obra. Lo pensé mucho antes de empezar a leerla a pesar de las buenas críticas vertidas sobre ella: una historia de conejos era lo menos atractivo en lo que uno piensa en leer.
«La colina de Watership»
Richard Adams
Editorial Seix Barral
Traducción del inglés de Pilar Giralt Gorina y Encarna Quijada
La edición que he leído es de 2009 aunque Richard Adams (1920-2016) la publicó por primera vez en 1972.
Después de leer esta novela miro a los conejos de otra manera, como si fueran más inteligentes de lo que realmente son. La historia -que dicen es infantil porque su autor se la contaba a sus hijas y no, no es para infantes o no solo-, una parábola de la condición humana contada por un narrador omnisciente, es la búsqueda de una nueva madriguera por parte de unos cuantos conejos que huyen debido a que uno de ellos, el pequeño llamado Quinto, conejo visionario, siente que si no huyen de la madriguera donde viven, morirán.
Y empieza la lucha por la vida en busca de un nuevo asentamiento, liderados los conejos por el valiente y decidido Avellano y seguidos por Zarzamora, el conejo más inteligente, por Pelucón el más grande y fuerte y Diente de León que es el más simpático y dicharachero y que narra los cuentos de El Ahrairah, el príncipe conejo y su fiel Rabscuttle.
Un pájaro llamado Kehaar, una perra rabiosa, un ratón al que ayudan y un gato son también parte de las aventuras de los conejos. También son memorables las andanzas en la madriguera de Prímula o la lucha contra los conejos de Éfrafa llena de peligros y aventuras. Esa madriguera estaba comandada casi militarmente por el gigantesco gran jefe Vulneraria y sus súbditos Campeón, Verbena o Hierbacana. Personajes todos ellos entrañables y que enseguida pasan a formar parte del imaginario del lector.
Novela épica que es un compendio de emociones con la voz y la vida de un puñado de conejos sensatos, juguetones y disciplinados. Tiene forma de fábula, es eterna, ecologista, llena de peligros y aventuras y aunque los personajes son conejos, nos hace reflexionar sobre la dureza de la vida del ser humano con sus luchas injustas, su afán de poder, su orgullo herido, su nobleza, sus intuiciones.
Y en donde ”los malos” parecen ser los que siempre hacen más ruido y o como dejó escrito el filósofo Jean Baudrillard en su libro “La transparencia del mal” de hace treinta años: “Si fuera preciso caracterizar el estado actual de las cosas, diría que se trata del posterior a la orgía”.
La solución que ve al preguntarse: “¿Y qué hacer después de la orgía?”, la contesta él mismo:
“Ya que el mundo adopta un curso delirante, debemos adoptar sobre él un punto de vista delirante”.
La metáfora que he intentado hacer relacionando la gran novela sobre los conejos «La colina de Watership» de Richard Adams y la convulsa (eso dicen, al menos he leído veinte veces -y son muchas en mi ámbito de acción- que estamos muy mal, yo también, y eso que no me han preguntado) España actual está bastante traída por los pelos.
Lo único que me sirve como nexo de unión es que el otro día leí que “El conejo es una animal íntimamente ligado a España. Tanto es así que el propio nombre de la nación proviene de la denominación fenicia y romana y significa tierra abundante en conejos».
Pues eso.
Fin.