En la revista El Jueves número 2.369 del 21 de octubre de 2022, leo que Rambo cumple treinta años. Y no son treinta, son cuarenta. Dios mío, esto es un infierno, no siento las piernas.
Esta frase -Dios mío, esto es un infierno, no siento las piernas- no aparece ni en la película “Rambo” ni en la novela en la que está basada, la popularizó el actor Santiago Urrialde haciendo el personaje de Rambo en el programa “Esta noche cruzamos el Mississipi” (1995-1997) presentado por Pepe Navarro en Telecinco.
La película Rambo (el protagonista principal es Sylvester Stallone aunque nosotros lo conocíamos más por “Silvestre “Hastalostalones”) la pusieron por primera vez en los cines en 1982. Yo tenía, por aquellos entonces diecisiete.
En homenaje o recordatorio de esos cuarenta años transcurridos, acabo de leer de un tirón las doscientas cuarenta y seis páginas de “Primera sangre” de David Morrell, libro de traducción más bien “cochambrosa”, en el que se basa la película. A continuación, me puse a visualizar “Rambo I”, “Primera sangre” o “Acorralado” que de esas tres maneras se puede llamar la película.
El libro, de la editorial Salvat, edición cedida por Ultramar Editores S.A. está traducido por Carmen Vergara y se conserva bien a pesar de que lo tengo desde 1986 que es cuando se publicó por primera vez en español.
David Morrell escribió el libro en 1972, poco después de que acabara la guerra de Vietnam, y hasta diez años después no se hizo la película.
En el libro se cuenta la orgullosa pelea, con búsqueda y captura incluida, entre Teasle, jefe de policía local de Madison un pequeño pueblo de Kentucky y ex combatiente de la guerra de Corea (esto no se dice en la película) y John Rambo, ex veterano de la guerra de Vietnam a sus poco más de veinte años.
Compruebo que la novela es mucho más violenta que la película, en ella Rambo mata a sangre fría a más de trece personas (a partir de aquí, deja de contar) casi todos policías locales, en la película no muere nadie, hay mucha parafernalia, muchos tiros, muchas armas de fuego y muchos incendios, pero si no muriera uno que se cae de un helicóptero (esa escena tampoco aparece en el libro) parecería un capítulo del “Equipo A”.
Además, la película (atención, casi spoiler), tiene un final muy diferente, la última media hora es totalmente inventada, nada que ver con la novela que hace de guion.
Rambo que no habla una frase seguida hasta el final, dice: “Dios mío, dónde están mis amigos. (uno de ellos decía) “Quiero irme a casa y no consigo encontrar sus piernas”. Eso es lo más parecido a las risas que se echaba la gente con Santiago Urrialde torciendo la boca, disfrazado con la cinta en la frente y lleno de barro -como Rambo- en “Esta noche cruzamos el Mississippi”.
Recordar que películas como “Rambo” cumplen cuarenta años, me hacen pensar en lo que Milan Kundera llamó en su novela “La insoportable levedad del ser” y que solo somos tiempo, el por vivir, pero también el vivido.
Y si es con una sonrisa mejor: “Coronel Truman, cucurrucu, que vienen los Charlis, Diossss tengo miedo, tengo miedo, Rambo total, Rambo total, tengo miedo, no siento las piernas”, escuchaba yo el casete con mi walkman Sony a Santiago Urrialde torciendo la boca al estilo Sylvestre Stallone en su “Rambo total mix cucurrucu”.
Fin.












