Estoy leyendo lo más interesante de lo que se contaba en una lejana noticia -es de junio, en junio se hablaba de la separación de Shakira y Piqué, de que Inés Arrimadas dejaba la política, de no sé qué de un tal “estafador del amor”, de que falleció Carmen Sevilla- sobre un chaval nacido en 2005 -el mismo año que mi hija y que la princesa Leonor-, llamado Gabriel Plaza-, que siendo estudiante de un instituto público ha sacado la nota más alta de toda la EvAU en Madrid y dice que quiere ser profesor de latín, cuando de pronto me salta en la pantalla:
“Respira hondo cuando veas al novio de la princesa Leonor” y luego “Letizia mete la pata en directo”.
Son dos de los famosos clickbaits que te incitan o intentan atrapar tu curiosidad.
Estos lo que han han conseguido es desviar mi atención.
Enseguida intenté entrar en las dos noticias. La del novio de la princesa Leonor no me ha hecho respirar hondo porque enseguida la cambiaron, tampoco es que me interesara mucho.
Sí pude entrar en “Letizia mete la pata en directo”. Después de un par de clics y apabullado por un montón de anuncios publicitarios entro en la noticia:
“Pifia Real: La corrección de la Reina Letizia al Rey Felipe durante una retransmisión en directo se hace viral. Durante un acto en Alicante, la Reina Letizia (50 años) necesitó ayuda para romper el protocolo y corregir al Rey Felipe (55 años) delante de todos los asistentes. Este momento espontáneo se produjo durante la entrega de los Premios Nacionales de Investigación 2022 ”.
Luego me dicen que son tres páginas y que siga leyendo y hasta que comente la noticia.
Es decir, acabo de perder miserablemente mi tiempo, imaginando que contaban algo de estos últimos días en los que nos han apabullado en la televisión con noticias de la Casa Real y resulta que lo que he leído es algo de hace año y pico.
Enseguida y sin salir de la página, la pantalla de mi PC, por culpa de internet (culpa mía que me he metido en internet) se vuelve a inundar de clickbaits de esos:
-“La mujer de Messi encendió las redes con esto”
-“Intenta no jadear cuando veas estas fotos escandalosas de Letizia” (en serio, lo ponen así, no invento nada)
-“Letizia y Felipe al borde del divorcio: Mira esto”. Aquí, sabiendo que era otra tontería, he entrado a base de clics. Dicen esto: “En sus 19 años de matrimonio han demostrado que siguen fuertes. En este artículo te presentamos nueve curiosidades que debes saber sobre los reyes de España y su interesante historia”, que no sé si tiene mucho que ver con que uno se imagina (como si le importara mucho) que Letizia y Felipe están al borde del divorcio. Además ¿debo saber nueve curiosidades sobre los reyes de España? Suena raro.
Dejo de perder el tiempo, pero así funciona algo que está basado en la psicología de la atención.
En la mayoría de los casos, los clickbaits son chorradas sin sentido y que no tienen nada que ver con lo que ha provocado la curiosidad.
Los clickbait estos lo que quieren es conseguir la máxima cantidad de clics -toque de ratón en la noticia o lo que sea eso- posibles.
He perdido el tiempo en cuestiones que no me mejoran ni me hacen más feliz ni me ayudan a desarrollar o mejorar la inteligencia y solo me ha servido para desviar la atención de lo que me interesaba y encima, alguien ha ganado dinero con mis clicks y mi tiempo desperdiciado.
Porque lo que me interesaba es -pensando en que mi hija hace lo mismo, es decir, lo que le gusta, en eso consiste el interés, en lo que nos atañe directa o indirectamente- que Gabriel Plaza, el estudiante de un instituto público que ha sacado la nota más alta de toda la EvAU en Madrid dice que quiere ser profesor de latín, y que «es mejor hacer lo que te gusta» porque prefiere ”la felicidad al éxito seguro». pero sobre todo porque “le interesa el lenguaje en general, la traducción y, también, el proceso por el que las palabras llegan a significar lo que significan».
Eso es, por qué las palabras significan lo que significan. A base de clickbaits no lo sabré nunca.
Fin.