A Luis Mateo Díez le acaban de conceder el Premio Cervantes de 2023.
La última vez que leí un libro suyo fue hace por lo menos veinticinco años. Recuerdo que me gustó «La fuente de la edad», una historia de una cofradía de excéntricos borrachuzos.
Luego leí «El paraíso de los mortales» y otro más del que no recuerdo el título, pero que me resultaron demasiado parecidos al primero.
Lo último que supe, si no tengo mal entendido y no me confundo de escritor, es que era funcionario del Ayuntamiento de Madrid y las ventanas de su oficina daban a la plaza Mayor. Eso me llamó la atención como anécdota para contar y como si tuviera alguna importancia.
Después leí a varios escritores leoneses y en mi torpeza, me hacía un lío: José María Merino -se me parecían mucho-, Juan Pedro Aparicio, Julio Llamazares o Antonio Pereira, aunque casi todos cuentistas y variados, me parecían viejísimos y eran casi de mi quinta. Hasta algo de Josefina Aldecoa me parecía escrito por Luis Mateo Díez.
Como no tengo estudios, me veo con la suficiente libertad para contar estas cosas.
A Luis Mateo Díez le han dado el premio Cervantes, 125 mil euros y la posteridad que a los 81 años no sé si sirven de mucho.
Bueno, venga, vale, lo mismo me pongo a leer/releer «La fuente de la edad» para ver cómo hemos envejecido el libro y yo.