El fútbol actual, salvo excepciones, es feo y aburrido. Ves un partido y los ves todos. Un equipo tiene el balón y el otro no. Un equipo ataca y el otro defiende. Y cada vez gana más veces el que defiende, el que practica el antifútbol, como hizo ayer Marruecos. Si hubiera sido boxeo, España hubiera ganado a los puntos. Por goleada.
-La excepción en fútbol la marcan los superclase. En Francia tienen a Mbappé, a Dembelé y a Griezman. En Brasil a Neymar, Vinicius y Raphinha (no parece el del Barsa). En Argentina a Messi aunque juegue andando. En España no hay nadie, O si los había, se quedaron en España.
-El partido se podría resumir en la tanda de penaltis. Tirar penaltis es muy fácil. Si te pones a mirarla desde el punto de penalti, puedes comprobar que la portería es grandísima y el portero no tanto. Para marcar penaltis solo se necesita instinto goleador y no ponerte nervioso, que no te pueda la presión y que estés mentalmente en forma. Si has jugado solo dos minutos en un campeonato Mundial, lo último que tienes ganas de hacer es tirar un penalti. Eso le pasó al “especialista” Sarabia. Y luego Soler. Otro reserva. Sin “implicación” mental. Y en baja forma, como muchos de los futbolistas que llevó Luis Enrique al Mundial. El remate fue (el de) Busquets. Lleva más de quinientos partidos jugados entre liga y selección. O de seiscientos, para el caso da igual. Y ha marcado diez o doce goles. No es un goleador. Lo suyo no son los goles. No sabe tirar a puerta. Y tira el penalti decisivo. Aunque ya ni lo fuera.
-Está claro que más que el equipo, Luis Enrique hizo el ridículo. El equipo que llevó hizo lo que pudo y supo.
-Luis Enrique me recuerda a un champú que utilicé hasta hace poco. Era el que más me gustaba. No me fijé que estaba caducado y que no combatía los problemas que decía combatir. Como me gustaba, volví a comprar la misma marca. Había otras muchas más. Daba igual. Yo soy así. A muerte con lo mío.
-Era lo que había. Ya no valía de nada quejarse. Cada uno se guardó su selección «donde le cupo».
-El estilo Luis Enrique: Sin plan A ni B ni C. Siempre lo mismo. Contra todos los equipos juega igual. Los que más tocan el balón con diferencia son los defensas centrales y el portero. Con algunos detallitos como lo que hizo en la segunda parte, eso de bajar a Pedri al lateral derecho para recibir algún balón. ¿No se dio cuenta de que físicamente estaba reventado? Y va y quita a Gavi, el único que recuerda la famosa “furia” española (y que curiosamente es el que más se parece a Luis Enrique cuando este era jugador).
-Gavi me recuerda a uno de un equipo de fútbol sala donde jugué. En un partido el número 5 de ellos me dio una patada sin balón. Le dije al tipo más recio de mi equipo: “El 5”. Y él me preguntó: “¿A los cinco?”. Esa era la actitud. Si tenía que ir a por los cinco a brearlos a patadas, iba a por los cinco. Así hicieron los marroquíes.
-Sin saberlo, Juan Villoro en su libro “Dios es redondo”, quizás el mejor libro sobre fútbol, esa “religión laica” (El fútbol ocurre dos veces, en la cancha y en la mente del público, tanto que está hasta por encima de pensar en los derechos humanos) definió a Luis Enrique. En el Mundial de Francia de 1998 España llevó al mejor peluquero de todos, al estilista Ramiro Solís que decía que “la imagen es el soporte del mensaje”. Cuenta Villoro que todos los futbolistas de la Furia (así llamaban a la selección y no “la Roja”) mostraron espléndidos cortes de pelo excepto uno: Luis Enrique que “parecía venir de una colonia penitenciaria”. Esto es. No se ha adaptado a los tiempos y ha llevado a “sus” jugadores. No a los que mejor en forma estaban para soportar un Mundial en donde los jugadores se tienen que recuperar en tiempo récord entre partido y partido. Física y anímicamente. Muchos aficionados lo sabían (sabíamos) íntimamente, pero la ilusión es lo último que se pierde.
-El fútbol sigue levantando pasiones (hasta hay personas que le echan la culpa de la derrota de ayer contra Marruecos a Cataluña porque muchos de los que jugaron con España lo hacen en el Barcelona). Hay mucha gente que se alegra de que “su” equipo, el de su país, haya sido eliminado. Del Real Madrid sobre todo. Algo razonablemente contradictorio. Fútbol es fútbol. Y «las dos Españas atacan de nuevo».
-Da igual que pareciera que a lo largo del partido el árbitro quería que ganara Marruecos. En la primera parte no pitaba todas las faltas -esos pequeños detalles- que desgastaron a España y cortaron el ritmo.
-Las normas del fútbol cambiarán tarde o temprano. En cuanto los partidos dejen de generar dinero.
-Se me ocurren (sobre la marcha) algunas ideas. Si un equipo lleva más de cinco minutos pasándose el balón sin tirar a puerta. Penalti a favor del equipo rival. Si un equipo lleva más de cinco minutos sin salir de su área (Marruecos lo hizo ayer durante cien, prórroga incluida), penalti para el equipo rival. Y tarjeta roja cada vez que un futbolista suelta la patada o el codo cuando ya no está el balón en juego. Y abuchear a los entrenadores «mu tontos». El fútbol sería otra cosa.
-Para terminar, comentar que iba a hacer mi crónica al estilo Mundo Today o M.Rajoy pero lo mío no es marcar tendencia. Nunca llegaré a tanto.
Fin.