En Plasencia, Pizarro sigue siendo irreductible. A este paso no descarto que termine siendo mi héroe. Eso dice mucho de un sector del placentinismo y de su concepción de la vida. Que Fernando venza por mayoría, por cuarta vez, con una gestión más que deficiente, dice muy poco en favor de nuestra sociedad. Elegido por un tercio del universo de electores y en una ciudad con la abstención de las más altas de Extremadura, ha sido y es el alcalde preferido también para el resto de Extremadura porque en absoluto, molestamos a nadie.
Por fortuna, ahora que la Sra. Guardiola va a gobernar, y se puede producir la sinergia poder autonómico y local, tendremos AVE en el centro de la ciudad, recuperaremos el Ruta de la Plata para 2030 y tendremos el suelo industrial que le negó la Junta de Extremadura. Para situar al lector, más o menos que lo que pasó en la legislatura en la que gobernó Monago. La era del victimismo del alcalde Pizarro, ha muerto. Prometo seguirle en cualquier apuesta decidida por reclamar lo que corresponde a una parte importante del Norte de Extremadura.
Pero para no perderme en el análisis de su “hazaña”, sin desmerecerla, quiero concretar que su triunfo se debe en esencia a su cercanía emocional y según su percepción a que nos mira a los ojos con humildad. Un político top, que sólo se colapsa si, en tu derecho como ciudadano, te atreves a elaborar la más mínima critica sobre su eficacia en el gobierno. Entonces; estás muerto y te borra del Faceboox. Por ahí, también hemos pasado algunos. Mira como tiemblo.
Su recurso afectivo de besos, abrazos y felicitaciones, sustituye sobradamente la fiscalización del estado de cuentas lamentable de la ciudad. ¿Qué ha pasado con el coche fantasma; por qué hemos aumentado un treinta por ciento la deuda, o por qué decrecemos en población, empresas y trabajadores en activo? Cualquier atisbo de crítica es tamizada por un control sobre medios de comunicación, aderezado, en sus legislaturas, con más de un millón de euros de dinero público. Y no me diga, Sr. Alcalde “que miento mucho”, porque escribo con datos que conozco. En este diario tiene a su disposición todo el espacio necesario para expresar dónde están mis mentiras.
Aprenda a asumir, como servidor publico, las críticas que siempre están lejos de lo personal, porque nada tengo contra su persona; mí crítica solo se fundamentan en los resultados tan desalentadores de nuestra ciudad y en las posturas de parte que ha tomado.
Para que vea que mis críticas no son partidistas, también puedo decir que sus cuatro legislaturas son, en parte, culpa de decisiones tomadas por el PSOE de Extremadura, por las que nadie ha dado cuentas. Que haya existido la incomparecencia de esta organización durante tantos años en la ciudad es como para cantar eufóricamente gol cuando no hay contrario en la portería. Alfredo Moreno, nombrado secretario general de la Agrupación Socialista hace un año, con un gran trabajo de equipo, ha podido presentar un trabajo consistente de 150 propuestas para la ciudad y el mismo día de la presentación pública de su lista al Ayuntamiento le ponen una zancadilla, de la que siento vergüenza ajena.
Enfrente, no ha habido casi nadie hasta ahora, sólo nombres triturados porque puede que la estrategia de la tierra quemada era su única oferta. ¡Así, se las ponían a Fernando VII! Por eso, decía antes que usted ha sido, es y queda por saber si seguirá siendo, el mejor alcalde de Plasencia para el resto de Extremadura.
Quisiera convencerme que sus próximos cuatro años como alcalde serán los más fructíferos para la ciudad. En ese objetivo, seguro que va a contar con el apoyo de toda la oposición. Un tercio de los electores seguirá estando contento con su gestión, viviendo el afecto de su cercanía; otro tercio es una oposición que estará con usted cuando reivindique proyectos para Plasencia, tal y como figura en su programa escrito en clave de confrontación porque todos pensábamos que la Autonomía sería otra vez socialista; y un tercer tercio abstencionista, que no necesita de abrazos ni miradas a los ojos, sino de proyectos ilusionantes, se pondrá a su lado para vivir en otra Plasencia.
Lo dicho, en esa apuesta reivindicativa y negociadora con la próxima administración autonómica se va a encontrar con muchas personas que pensamos que Plasencia necesita un cambio de ciento ochenta grados. Por favor, ahora no vaya a irse a Madrid. Seguiré opinando sobre usted, aunque le moleste, porque la libertad de expresión es un valor que debe entrenarse desde el poder.