En 1990 el escritor Ricardo Garibay dio una conferencia en Imevisión Canal 13, sobre el oficio de escribir.
Garibay empieza hablando del taller, de lo que no se ve, del trabajo que hay detrás de la creación de un libro. Del oficio. De este asunto sabe mucho el escritor y profesor de redacción Daniel Cassany que en su “La cocina de la escritura” se atreve a decir: “Escritoras, escritores, cocineros y aprendices todos”.
El oficio, lo dice la RAE, es la “actividad laboral habitual, especialmente la que requiere habilidad manual o esfuerzo físico”, a lo que añadiría, “por la que te pagan”.
Garibay habla de Papini, Borges, Unamuno, Gustavo Doré. Y también de El Quijote, Gulliver, Hamlet, Beatriz, el Rey Lear, Aquiles, esos seres imperecederos que nos acompañan.
Cuenta que Papini escribió en su diario sobre de Bartoli, un hombre de letras italiano, que: “ha sabido conservarse buen artesano a pesar de ser un artista”.
En esta frase está la clave del oficio. De todo oficio.
Un artista es un artista y ya está, alguien que planea por encima de los demás mortales, pero no.
Papini habla de que la condición de un artista es la artesanía. Un artista no es un privilegiado que se da porque sí.
Todo artista -sigue hablando Garibay- se da si en su oficio es un buen artesano. La inspiración de los escritores (artistas) la reciben escribiendo.
Si el artista es un excelente artesano, lo es porque conoce su oficio como nadie y lo ejercita con “enfática humildad”.
La artesanía al escritor le sirve para ordenar las palabras, para crear su oficio, su estilo. El hombre es su oficio.
Garibay pone de ejemplos al director y a la productora del programa de Imevisión Canal 13 en el que habla. No sabe sus nombres, le da igual, sabe que uno es el director y la otra, la productora. Son su oficio que es lo que cuenta e interesa. Interesa que lo hagan bien. Y lo hacen. Cada uno es su oficio, mientras lo ejerce, el nombre de la persona no importa.
“Yo soy mi oficio. Mi oficio es leer, escribir y hablar y tengo que ser eficiente delante de las cámaras porque si no, no soy nadie”, dice Garibay.
Él es su oficio y debe demostrar que lo conoce, que lo domina, porque sino, es totalmente inoperante aunque algunas personas, aduladoras, digan que lo hace bien. Él tiene que leer, escribir y hablar bien, sino, no merece respeto y ni tan siquiera “el modesto salario que me pagan”.
“Mi oficio es mi ser, mi persona. Y esto es algo que se construye a través de muchos años, de toda la vida insistiendo sobre una sola cosa”.
Continúa Garibay con una frase de una autor francés que no recuerda (creo que es Gidé): “No me gusta el hombre que necesita una coartada, es decir, una justificación en el mundo. Yo necesito para justificarme, el ejercicio de mi oficio. El oficio como afán de perfección en el trabajo que lleva a cabo en la vida. La persecución de la perfección es lo que define a los seres humanos delante de otros seres humanos”.
“Si una persona no busca la perfección en su oficio, se conforma con lo que le dio la naturaleza y eso es muy poco”, sigue Garibay, para terminar diciendo que un genio es la suma del don y la aplicación.
El don son los genes con los que uno ha venido al mundo, mientras que la aplicación son las interminables horas labrando el oficio, la artesanía frente al arte. El artista necesita de la artesanía.
Beethoven tenía un don para la música, pero se pasó toda la vida trabajando, perfeccionando ese don. Van Gogh pintaba, pero estudió todos los estilos pictóricos anteriores a él buscando la perfección.
Esos genios haraganes y borrachos que andan por ahí hablando de su genialidad y poco más, son su oficio, pero no “buscan la perfección en la forma”, son unos fracasados (salvo excepciones como Dylan Thomas o Pedro Garfias que eran alcohólicos, pero también grandes trabajadores) dice Garibay que termina hablando de la forma.
La forma es lo que vemos del trabajo de un artista, es decir, lo que queda sin pararnos a pensar en las horas (el oficio) que echó el autor hasta conseguir su obra. Un cuadro, una partitura, una escultura, una gran novela.
El hombre no es la inspiración, es el oficio, la práctica, el esfuerzo, el trabajo, el tesón, la constancia. Todo esto es lo que crea la inspiración.
Queda dicho.