Por fin, llegaron las elecciones municipales y todos los analistas coinciden en que la mayoría de los electores han optado por votar en clave nacional, no solo en Plasencia sino a nivel general. Quizás en Plasencia, ha sido más sonado al mantener la mayoría Fernando Pizarro García. Es difícil que un político con tres legislaturas a sus espaldas y otras tres en la oposición previa a los años de gobierno, pueda mantenerse dado el desgaste natural que todo político sufre en el gobierno.
Será un caso insólito , pero la realidad es la que es y la Ciudad está como está y sin futuro inmediato para su necesario desarrollo. Ha perdido influencia y su situación en el mapa regional. No está considerada a nivel regional ni nacional. Da igual quién haya estado en los gobiernos regional y nacional, como pasó en su primera legislatura los tres del mismo color y ya empezó a caer en el hundimiento en todos los indicadores de desarrollo. ¿Se acuerdan de Martín Palomino que en quince días se firmaba el convenio? Se ha firmado hace dos años y no a tres bandas, solo a dos. Podríamos poner muchos ejemplos de esta caída, pero no es el fundamento de esta columna.
La realidad ha sido la que es y no debemos fijarnos más. Sino debemos mirar al futuro que aunque es muy difuso, si debemos desde la sociedad civil, aunar fuerza para ahormar las sinergias necesarias que pongan al regidor a pensar un poco en su ciudad y sus necesidades, que frenen la sangría de la despoblación y la falta de servicios e industrias que hagan a la ciudad tomar su pulso de desarrollo de la que siempre fue pionera y locomotora del Norte de Extremadura, como centro geográfico del territorio al Norte del Tajo.
Es verdad que en política no siempre manda la lógica. Es cierto que un resultado así no era lo que cabía esperar y lo que merecía esta ciudad al haber tenido sin duda alguna el peor gobierno de la historia democrática placentina y el alcalde más nefasto que se recuerda: su política de permanente huida; su falta de respeto por las Instituciones y la democracia misma; su falta de diálogo para los que discrepan ; su falta de escucha para con los ciudadanos y sus asociaciones, estén o no de acuerdo con sus postulados y/o propuestas; su autoritarismo y arbitrariedad en las decisiones; su forma de actuar llevándolo todo a lo personal, dejando a los placentinos descontentos y perplejos… La gran mentira ya es insostenible. Quizás cambie en estos cuatro años venideros, aunque lo vivido en el pasado crea dudas.
Con todo ello, y dado el pronunciamiento de una parte de los placentinos, nos queda solo respetar lo decidido. Así es la democracia. Si es verdad que la participación en este 2023 ha sido menor que la de 2019, un 61,53% del censo electoral los que han votado. Por tanto hay cerca del 40% de votantes que no han ejercido su derecho. Esto nos debe de llevar a que más de un tercio de la población censada no se ha pronunciado. Todo ello son claves que debemos tener en cuenta a la hora del análisis objetivo de estos comicios municipales.
Por eso, en mi humilde opinión, la gran mayoría de los votantes, han sido llevados por la clave nacional a la hora de depositar su voto sin perceptiva de un análisis más profundo de la situación preocupante en que se encuentra Plasencia. Con ello no señalo a ningún partido político , todos han trabajado un programa electoral con la mejor voluntad, coincidiendo con Pizarro en sus declaraciones a los medios que quizás haya sido de verdad que el «pizarrismo» es el que ha ganado. Si es así, ¿que quedará cuando no exista el «pizarrismo»? Dejemos este análisis para otra columna.