La encuesta reciente de El País y de la Cadena Ser, no es una encuesta más. Después de mucho tiempo, tenemos acceso a una que sube el nivel y pone freno a la “matraca” ensordecedora que hemos sufrido con el denominado “efecto Feijóo”, por parte de los medios de comunicación de tinte conservador. Todos sabemos que la mayoría de encuestas tienen un motivo oculto que es el de inducir a una población sin criterio hacia un voto específico, pero esta encuesta, marca una tendencia; nada más y nada menos. El Gobierno debe implementar el trabajo que ha venido haciendo y los PPGGEE serán su fortín. El BOE es la mejor propaganda y debe evitar el ruido que solo gusta a la derecha y su extrema, porque saben que al ciudadano medio le cansa y le expulsa de los procesos electorales.
Queda un año aún para las elecciones generales y primero llegarán las elecciones autonómicas de las denominadas comunidades “no históricas”. La euforia de Castilla y León y Andalucía es “tempus fugit”. Estamos hablando de algunos territorios como Extremadura, Aragón, Asturias, Castilla La Mancha y Baleares, que son territorios proclives a reeditar sus gobiernos socialistas. Las estupideces de Lamban y Page deben ser leídas en clave territorial sin darles mayor importancia. Sin duda, el resultado global de estas elecciones insuflará vientos a favor o en contra de cada uno de los bloques en los que está polarizada la política en España. El PP condenado a pactar tan solo con VOX, niega sus históricas posibilidades de negociación con la derecha nacionalista del País Vasco o Cataluña, y eso condiciona su triunfo. Puede que a Feijóo, tras mostrar sus debilidades, se le haga largo un invierno de doce meses.
Que el Gobierno de Coalición resista a estas alturas es un triunfo del mismo, basado en la anticipación, la astucia y la valentía de sus medidas, confrontando desde el minuto cero con una campaña tóxica de una supuesta “ilegalidad” por parte de una derecha irresponsable, clasista y tapón de soluciones. También, ha tenido que gestionar salidas de tono por parte de unos y otros, dentro del propio gobierno. Son inevitables y nos deberemos acostumbrar en una más que previsible dinámica de gobiernos de coalición en una España plural con una compleja realidad territorial.
En la falta de comprensión de esa realidad se encuentra el defecto de Feijóo, en el que confluyen una variedad de errores de alto calado. Al PP no le llega con su club de vociferantes. Una mayoría que se verá imposibilitada precisamente porque somos diversos. Que la izquierda sepa administrar esa diversidad le dará garantías para revalidar el gobierno. Que la derecha siga con sus profecías catastrófistas porque hasta ahí ha llegado el efecto Feijóo. Que siga con su astucia redentora de anunciar el apocalipsis que es España; con la inflación más baja de Europa, con un abanico de escudos sociales, con una prima de riesgo de 63 puntos o con un empleo que supera los veinte millones de afiliación a la S.S.
Si la respuesta de Feijóo es prometer la derogación de la todas las leyes sociales que han salido adelante durante esta legislatura, seguir colapsando el CGPJ, pedir debates con Pedro Sánchez en el Senado y hacer el ridículo en Europa, me temo que su asesor puede ser alguien cercano al asesor de Isabel Ayuso.
Dos variables incidirán en la más que posible revalidación del Gobierno de Coalición; una es la evolución económica que apunta a tirar por tierra los análisis que nos acercaban a la recesión económica, y la otra es que a la izquierda del PSOE fructifique el proyecto de Sumar de Yolanda Díaz; porque evitará una abstención de ciudadanos progresistas cercano a un diez por ciento.
El resultado final de ir Podemos, Izquierda Unida y Más País en Sumar nos daría otros cuatro años de medidas progresistas. Lo contrario sería regalar un futuro gobierno a la coalición de PP y VOX. Tarea hercúlea la que tiene la Ministra de Trabajo, donde tendrá una de las negociaciones más duras. Que a estas alturas no contemplemos la enseñanza que nos propició la desunión de la izquierda en las elecciones en Andalucía sería de politicas infantil, pero no descartemos a los alucinados de la izquierda que pretenden alcanzar los cielos a saltos. A algunos, les puede el ego. ¡Todo es posible!