Para escribir esto he tirado un poco de inteligencia artificial. Solo un poco, lo suficiente, lo reconozco. Y es que he buscado datos en Google.
Yo diría que actualmente Google es de las empresas más importantes del mundo. Tanto que dejamos en sus manos todo tipo de memoria -a corto plazo, a largo plazo, geográfica, matemática, lingüística…- y que para qué vamos a darle vueltas a las cosas si tardamos menos de encontrarlas en Google. Esto tiene mucho peligro. Y si tenéis dudas, buscadlo en Google.
Recuerdo, sin necesidad de buscarlo, que cuando empezaron a ponerse de moda los llamados motores de búsqueda el más utilizado era Yahoo -que, por cierto, es el nombre de unos personajes con forma de caballos salvajes y violentos que aparecen en uno de “Los viajes de Gulliver” de Jonathan Swift- hasta que al final se impuso Google -los creadores se inspiraron en el término matemático «gúgol» que se refiere al número 10 elevado a la potencia de 100, en referencia a su objetivo de organizar la enorme cantidad de información en la Web.5-, al menos aquí en España.
Utilizamos Google -al menos yo y mucha de la gente que conozco- para todo. Si quiero viajar, ya conozco la mitad de las calles que quiero ver porque las he seguido por Google Maps o en Google Earth.
Escucho música en Gplay.
Utilizo Gmail para enviar y recibir correos electrónicos.
Tengo un blog en blogger
A veces leo el The New York Times gracias al traductor de Google, Descargo libros en pdf o los leo en Google books.
Si es que hasta es lo primero que veo al encender el ordenador y meterme en internet.
Quien utilice el sistema operativo Android, que sepa que también es de Google.
Por no hablar de Youtube que tiene ahora más poderío y fuerza que cualquier otro sitio web. Es de Google.
Pero yo quería escribir y mal, sobre IA. He puesto el ejemplo más importante porque Google utilizando IA es el dueño y señor de nuestras almas, algún descreído diría que hasta es el mismo demonio.
Google es IA. Y la utilizan -la IA- para hacer publicidad con nuestros datos de búsqueda. Y los venden al mejor postor. Saben más de nuestro subconsciente, de nuestros gustos y hasta de dónde estamos cada vez, que nosotros.
La IA es solo plagio y está destrozando conceptos tan básicos como son la ética y la moral. El mal uso que se hace de ella empobrece el lenguaje. Y estamos hechos de palabras.
Hay varios libros que explican bastante mejor que yo todo esto, pero claro, son libros y hay que leerlos en profundidad, al detalle, anotando, contrastando, verificando, examinando, comprobando.
Solo somos tiempo y, por desgracia no disponemos de todo el que quisiéramos para leer porque hay otras necesidades más acuciantes.
Si uno está quemado por la vida: la familia, el trabajo o la falta de él, las necesidades, la angustia, las enfermedades, las facturas por pagar, las deudas, la falta de visión de futuro, los miedos y la pena -acrecentados a veces por lo que nos cuentan por televisión o por las redes sociales- y tanto como nos apabulla, no creo que tenga muchas ganas de leer o “culturizarse”.
Pero yo que sí leo aprovecho y pongo el título de un par de libros que pueden ayudar -y deprimir también- a comprender nuestra deriva y desequilibrio vital -si lo tuviéramos o tuviésemos-:
“El enemigo conoce el sistema. Manipulación de ideas, personas e influencias después de la economía de la atención” de Marta Peirano que empieza con una frase de Audre Lorde (feminista y activista por los derechos sociales y civiles ya fallecida) que dice: “Las herramientas del poder nunca servirán para desmontar el poder”.
Otro es “La era del capitalismo de la vigilancia. La lucha por un futuro humano frente a las nuevas fronteras del poder” de Shoshana Zuboff -traducido por Albino Santos Mosquera- en el que más que de IA habla -en 70 de sus páginas- de la Inteligencia de las Máquinas. Google, aparece en más de 200 páginas de las 910 que tiene el libro.
La IA es plagio y trampa: todo lo que se hace con IA se basa en algo que antes hizo o inventó el hombre. Hasta la IA la ha inventado el hombre.
Fin.